Estos primeros días de Marzo podemos asistir a un magnifico espectáculo celeste: La conjunción de los planetas Venus y Júpiter.
Si habitualmente son dos de los mas brillantes objetos celestes, ahora se pueden observar con mucha nitidez aprovechando que aún son bastante frías las noches, lo que estabiliza el aire y mejora su visión. Si ademas lo hacemos tras un día ventoso que limpie el aire de impurezas, como fue el pasado jueves en Murcia, la visión sobre las 23 hs. es grandiosa a pesar de la intensa contaminación lumínica que ha borrado casi todas las estrellas del cielo. ¡Que crimen mas grande hemos cometido con nuestros hijos, dejando que se les prive de la vista de la bóveda celeste, inspiración constante para la humanidad desde tiempos ancestrales!.
Si giramos un poco la cabeza podemos, al menos de momento y si nos alejamos un poco del casco urbano, distinguir la constelación de Orión en la que el brillo rojizo de Betelgeuse y el azulado de Rigel forman un triangulo con Sirio, en el Can mayor. Son restos de ese espectáculo fabuloso que hemos perdido, como tantas otras cosas, por la estupidez y la falta de sensibilidad humana.
El día 13 se produjo el máximo acercamiento de los citados planetas, como queriendo permitir una unión que la mitología les negó. En estos momentos me viene a la memoria la leyenda medieval de Tannhaüser y su visita al hogar de Venus, el Venusberg, donde cayo bajo el influjo de su belleza aunque luego, para tranquilizar a la moral católica, se arrepintiese. Wagner le puso una de las músicas mas bellas del mundo.
Bernstein, interpretando a Wagner.
En fin, hasta finales de mes podemos gozar de una nueva muestra de cuán impasible se manifiesta el universo a las miserias humanas y de lo pequeños que somos frente a la belleza de mismo.
15 de marzo de 2012
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