28 de abril de 2008

Un respiro en Vietnam.

A veces parece que el mundo quiere ayudarte a ver las cosas con mas optimismo,
quiere darte una oportunidad de sentir que el ser humanno es capaz de algo mas que de miserias y brutalidades. Parece que nos quiere hacer creer que la voluntad de ayudar sirve para algo y que se pueden hacer cosas, cosas quiza pequeñas y puntuales tal vez, pero cosas que mejoran la vida de los demas.
Reportajes como el de "El Pais" son un soplo de aire fresco en el lodazal que habitualmente son las noticias, mostrandonos la mejor cara de la solidaridad en paises que de verdad la necesitan, y de que manera. Despues de tanto y tan continuo castigo un poco de esperanza, aunque solo sea un poco, ayuda a creer en la vida.

16 de abril de 2008

Un pequeño, pero necesario, homenaje.


Hoy, con diversas redacciones se puede leer en la prensa la siguiente noticia:

“Un menor fue agredido ayer, presuntamente, por otros tres y un joven de 18 años a la salida de un colegio de la barriada malagueña de Puerto de la Torre, teniendo que ser auxiliado por la Policía Local de Málaga.
Los hechos tuvieron lugar sobre las 18.00 horas cuando una unidad de la Jefatura de Policía de Barrio de Distrito de Puerto de la Torre que se encontraba en la zona fue requerida por un ciudadano que manifestó a los agentes que había observado cómo cuatro jóvenes conducían a otro menor a un lugar apartado, golpeándolo por el camino, por lo que se vio obligado a intervenir para evitar que continuasen pegándole.” (Fte.: Terra, España)

Nada sorprendente, los relatos de agresiones en el ámbito escolar abundan y ya no llaman la atención. No obstante me gustaría resaltar un detalle: “un ciudadano... que se vio obligado a intervenir para evitar que continuasen pegándole”. Un ciudadano, una persona anónima que no volvió la vista como hacemos la mayor parte y decidió defender al agredido. Un gesto que debiendo ser normal, es inusual en un mundo lleno de personas que se evaden, hurtando incluso su deber, dejándose llevar por el miedo a terminar como el joven valenciano que falleció al defender a una mujer agredida.

Estas personas, lejos de ser como los calificamos habitualmente “idiotas que se meten donde no les llaman”, son los auténticos héroes que hacen falta en esta sociedad enferma, para intentar curarla, y no los “famosos” inútiles endiosados en los medios de comunicación que nos han colado como modelos para los jóvenes.

Aquí un pequeño homenaje a todos ellos, anónimos y ciudadanos.

9 de enero de 2008

¡Gracias por todo, Araceli!


El adiós de Araceli González Campa del 28 de Diciembre pasado parecía una inocentada mas del día. Pero no, en verdad se ha prejubilado una de las más hermosas voces de la radio española.
A los asiduos de Radio 2 o de “Clásicos Populares” se nos hace cuesta arriba pensar que no volveremos a oírla presentar las peticiones de los oyentes o reírse con las ocurrencias de Fernando en su programa. Al poco tiempo Ramón Trecet (otro monstruo radiofónico) le dedicaba un programa para rememorar su carrera. Veremos si este ultimo no cae cuando cumpla este año los 65, aunque Araceli lo ha hecho, como también podría hacerlo Fernando Argenta en breve, en virtud del Expediente de Regulación de Empleo de RTVE, que nos lleva un año privando callada y prematuramente de voces entrañables y sabias tanto en los programas musicales, informativos (Pedro Erquicia o Sebastián Álvaro por ejemplo) o deportivos (Pedro Barthe).
Que pena que vivamos en un mundo que maltrata tanto la experiencia, la sabiduría aprendida con la vida y en el que cada día se valora mas y mas “la juventud” como única medida de todo. Que hay muchos viejos idiotas e insufribles es cierto, pero no es menor la proporción de jóvenes en igual situación.
La moda y la publicidad nos hace querer olvidarnos del proceso natural de envejecimiento y querer ser jóvenes para siempre o al menos simularlo. Los viejos de la aldea molestan, se les echa a un reducto en donde también deben jugar a ser jóvenes inconscientes, con monitores musculosos haciéndoles dar saltitos de aeróbic. No pensamos que con su silencio callamos a los testigos de nuestra historia, de nuestra vida. Perdemos al fin la memoria viva de una época.
 

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