16 de abril de 2008

Un pequeño, pero necesario, homenaje.


Hoy, con diversas redacciones se puede leer en la prensa la siguiente noticia:

“Un menor fue agredido ayer, presuntamente, por otros tres y un joven de 18 años a la salida de un colegio de la barriada malagueña de Puerto de la Torre, teniendo que ser auxiliado por la Policía Local de Málaga.
Los hechos tuvieron lugar sobre las 18.00 horas cuando una unidad de la Jefatura de Policía de Barrio de Distrito de Puerto de la Torre que se encontraba en la zona fue requerida por un ciudadano que manifestó a los agentes que había observado cómo cuatro jóvenes conducían a otro menor a un lugar apartado, golpeándolo por el camino, por lo que se vio obligado a intervenir para evitar que continuasen pegándole.” (Fte.: Terra, España)

Nada sorprendente, los relatos de agresiones en el ámbito escolar abundan y ya no llaman la atención. No obstante me gustaría resaltar un detalle: “un ciudadano... que se vio obligado a intervenir para evitar que continuasen pegándole”. Un ciudadano, una persona anónima que no volvió la vista como hacemos la mayor parte y decidió defender al agredido. Un gesto que debiendo ser normal, es inusual en un mundo lleno de personas que se evaden, hurtando incluso su deber, dejándose llevar por el miedo a terminar como el joven valenciano que falleció al defender a una mujer agredida.

Estas personas, lejos de ser como los calificamos habitualmente “idiotas que se meten donde no les llaman”, son los auténticos héroes que hacen falta en esta sociedad enferma, para intentar curarla, y no los “famosos” inútiles endiosados en los medios de comunicación que nos han colado como modelos para los jóvenes.

Aquí un pequeño homenaje a todos ellos, anónimos y ciudadanos.

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